sábado, 29 de octubre de 2011

Nuestro Primer viaje a Cañada del Sauce, Calamuchita, Pcia de Córdoba

Km Recorridos: 113
Duración: 4 horas
Transporte: Nuestro Renault 12 modelo 92
Integrantes: María Julia (mamá), Lucía, Estrella (hijas) y Néstor (papá)
Equipo: Dos termos con agua caliente, yerba, mate y galletas y pan de Panadería La Costanera de Villa Amancay
Clima: Amenaza de lluvia


Julia al lado del Renault



Antiguo almacén sobre ruta 23
Camino de acceso a Cañada del Sauce
Salimos de nuestro pueblo, Villa Amancay, en el Valle de Calamuchita, Córdoba, a las 14 horas del día 23 de octubre de 2011. Tomamos por la ruta provincial 23 de tierra en buenas condiciones, hacia el sur. A los 3 km se toma el desvío a la derecha (la señal es un viejo eucalipto que se encuentra sobre la ruta, se atraviesa el paredón del dique "Arroyo Corto" y se sigue durante unos 12 km hasta cruzar el puente sobre el río Quillinzo. Luego de 5 km, se llega a la localidad de La Cruz. Se dobla a la derecha por la calle principal del pueblo (se sigue por la ruta 23) ahora de asfalto durante unos 10 km de un camino recto pero muy bonito. Al llegar a Cañada de Alvarez, se abandona el asfalto (luego de una gran bajada y curva muy cerrada hacia la izquierda) y se sigue por la 23, pero vuelta de tierra. El camino está muy bueno y solo puede ser inconveniente de transitar, si hubiera una lluvia muy fuerte. A los pocos Km, se atraviesa por un paraje que se identifica por haber en una esquina, de la mano izquierda, una casa estilo almacén construida en piedra. Antiguamente fue un almacén y durante años tuvo en la puerta cerrada una inscripción en árabe y debajo un cartel que anunciaba "Cerrado por Agio". El letrero de Almacén, se alcanza a leer aún. A poco de pasar este edificio, se debe doblar a la derecha, por el camino de acceso a Cañada del Sauce, que tiene unos 11 km. Ese tramo es hermoso. El camino es muy transitable. En un principio es recto y tapizado con un ripio blanco. Luego de pasar por la antena de Telecom, el camino se enreda algo y se hace más interesante para el manejo. Con cualquier auto que ande bien es posible transitar por estos caminos hermosos. El estado es impecable para lo que es un camino de sierra de poco tránsito.
Llegando a Cañada
Ya casi llegando al pueblo, el camino se bifurca. Nosotros tomamos el de la izquierda. Luego de unos 2 km se arriba a la villa. El lugar es hermoso y despoblado. A pesar de que hay bastantes casas, se ve poquísima gente en las calles. Era día de elecciones y había algunas personas en la escuela y otros en la comuna. Luego nadie. Sguimos un camino muy ondulante que pasa por la puerta de la comuna, hasta que se corta, unos metros antes de llegar al río Quillinzo, que bordea todo el pueblo describiendo hermosos meandros. Dejamos el auto en una rotondita y bajamos a la playa con nuestro equipo de mate.


Julia y Estrella en las arenas del Quillinzo


Lucía recolectando las coloridas piedras
El pueblo es superior en cuanto al paisaje y haber sabido conservar el tono agreste que lo domina. Muchos carteles advirtiendo sobre las plantas y el cuidado que se debe tener. El trazado urbano es espectacular, si bien a más de uno le parecerá algo arriesgado transitar por esas calles tan pronunciadas. Conocimos este pueblo en 1986. Un amigo, Caito Boggio, entusiasta de la sierra grande, se enteró a través de un viejo folleto de la existencia del paraje. Fuimos en dos autos, una rural Falcon y un Renault 4. El día en familia fue espectacular, el pueblo, más hermoso que lo esperado. Luego a la tarde cruzamos el vado (hoy puente)  camino a Cara Huasi, cerca de Luti. Una subida infernal fue repetida varias veces por el R4, hasta que en el borde de los 90 grados el fiel auto logró llegar  a la cima de la pendiente. Hoy el camino ha sido rectificado y la pendiente no existe más.
El río se ve limpio y con mucho caudal para la época, si bien hemos leído en la web, algunas quejas sobre la mina de fluorita que está trabajando aguas arriba.
Julia y el mate en 1º plano

Sobre las arenas del Quillinzo

Lucía y Julia

Néstor
Tomamos unos ricos mates combinados con las galletas made in Amancay y luego recorrimos algo la costa del río. Hay paisajes hermosos y que le confirman a uno, lo acertado de vivir en un lugar tan   lindo en general como el valle de Calamuchita.

los cuatro en el mirador

Lucía y Estrella

Una vista desde el mirador

El puente sobre el Quillinzo
Luego de un rato, recorrimos el pueblo con el auto y llegamos a un hermoso lugar desde donde se ve gran parte de pueblo. Un emocionante mirador













































































































Un capítulo especial lo constituyen las fotos que siempre obtiene Julia sobre la flora de los lugares que visitamos. Con nuestra Nikon L110, se aproxima a los detalles íntimos de plantas y flores.


el celular recuperado
El regreso fue tranquilo, algo cansados pero contentos por la experiencia vivida. Como detalle anecdótico, a la noche advertimos que no teníamos el celular. Todo indicaba que se había quedado en Cañada al aire libre. Pero la noche amenazaba lluvia, que no se concretó. Al día siguiente fuimos al rescate antes de las nueve de la mañana, estábamos Julia y Néstor, en Cañada. A poco de recorreer la playa, estaba tirado alli, intacto.