viernes, 1 de febrero de 2013

Cuatro días en San Luis y uno de yapa en Córdoba: Tercer día.


Tercer día.


Fecha:25 de diciembre de 2012
Km Recorridos: 832 km
Duración: 5 días
Transporte: Nuestro Renault 12 modelo 92,
Integrantes: María Julia y Néstor
Equipo: Carpa, bolsa de dormir, colchón inflable, banquetas de playa, banquitos plásticos  cocina a gas, cartuchos de gas, heladera, iluminación LED, cámara Nikon p510, alimentos de todo tipo, 
Clima:Soleado los cinco días con algunas noches muy frías



Julia recién levantada
El tercer día, fue el único que no madrugamos. El desayuno lo servían a partir de las nueve y el cansancio era grande, por lo que nos levantamos a las 7:30 y nos dedicamos a aprolijar todas las cosas hasta que a las 9 desayunamos e inmediatamente partimos. A la noche, algunas hormigas molestaron algo, pero al despertarnos, grande fue la sorpresa al encontrar la canasta del mate, pan dulce incluido totalmente tapada de pequeñas hormigas muy huidizas. Parece, según inferimos por comentarios, que es un problema del pueblo.

Decidimos poner proa a la represa Aguero distante a unos 50 km y de allí cruzar la sierra con destino a Nogolí.

Habitación en La Carolina
Partimos con tranquilidad, repitiendo, pero a la inversa la ú,tima parte del viaje del día anterior. Estaba soleado y el frío en La Carolina, con el avanzar del día se transformó en agradable temperatura.

Las sierras a la mañana temprano

La Carolina a la mañana

La ruta, más que nada en bajada, estaba como parece ser costumbre en San Luis, casi totalmente despejada de automóviles. En pocos minutos llegamos al dique Esteban Agüero, que embalsa las aguas del Río Grande, que nos había acompañado al costado de la ruta durante gran parte del recorrido desde La Carolina

El Río Grande
El dique Esteban Agüero

Camino a Río Grande

Típica casa rural
Paramos unos minutos a contemplar el paisaje del pequeño lago más bien alargado.
Inmediatamente acometimos la trepada hacia el otro lado de la sierra, hasta la localidad de Nogolí.

Julia aún dormida


Néstor caminando por la orilla

De los cincuenta kilómetros a recorrer, los primeros 30 son de trepada, luego vienen unos 12 de una violenta bajada similar a la de Córdoba- Merlo, y el resto es terreno llano en las cercanías de Nogolí.


Foto de Julia, estilo "Don Ramón"


Paisaje desde los 1ºs metros de trepada
El camino está en excelentes condiciones y cada tanto tiene descansos con baranda de seguridad y asientos brindando un paisaje espectacular. El auto trepó sin problemas incluso algunos tramos en tercera o cuarta. No obstante fuimos descansando en cada parada y pasando largos minutos sacando fotos o tomando mate o café. Lo de fotos estilo Don Ramón, se debe a que el padre de Néstor, en la década del 60 sacaba fotos con su cámara equipada con rollos diapositivas Perutz (que se revelaban en Alemania en menos de una semana) y gustaba de sacar a su esposa en 1º plano con fondo de algún espejo de agua. Decía, obviamente en broma, que era un artista...











grandes paredes de roca
El camino llega hasta los 2000 msnm y es posible observar gran cantidad de aves de pequeño porte especialmente zorzales negros y los siempre presentes jotes negros.

Al borde del precipicio

Zorzal negro (turdus chiguanco)
Guarida de golondrinas

Curvas y más curvas






Curioso cartel vial

Nogolí

Entrada a Nogolí
Iglesia de Nogolí
Ingreso al pueblo
El centro

Dique de Nogolí


En el cruce de 50 km de la sierra hay unas bajadas que causan algo de temor, especialmente en la vertiente occidental. Durante todo el recorrido no cruzamos a ningún auto, a pesar de que tardamos un par de horas, sumando las frecuentes paradas a sacar fotos y admirar el espectacular paisaje.
En los últimos kilómetros el camino se hace más amigable hasta que se llega al pequeño lago del embalse Nogolí, a unos 4 kilómetros del antiguo y pequeño pueblo.

El pueblo, como casi todos los que se encuentran en San Luis es chico y prolijo y se veía bastante gente en las calles, pero la oferta comercial es escasa.






Regresamos al dique y nos llamó la atención un cartel que marcaba el camino de perilago. Tomamos por él y luego de pasar un vado rodeaba el lago y luego se introducía en las sierras. Luego la senda comenzaba a seguir las orillas del río de Los Molles.



Finalmente el camino vadea al río y allí hay un hermoso lugar para acampar, alejado de cualquier urbanización. Unos 1000 metros más allá, se veía un hotel de lujo y otros 1000 metros antes, la casa de unos lugareños. El lugar es usado por los habitantes de Nogolí, que demustran pocrespeto a la naturaleza, yas que un sitio casi ideal, se encontraba estropeado por la basura tirada.
Néstor se abocó a la cocina y se despachó con un guiso con aceitunas, de primera calidad.














Luego de la comida, se impuso una larga siesta, que fue seguida de una intensa mateada. Al poco tiempo, los pocos visitantes se retiraron lentamente y antes del anochecer, habíamos quedado solos en un hermoso paraje.










La oscuridad fue ganando lentamente su espacio al sol declinante. El atardecer fue   largo y ambos moramos con atención el hermoso ocaso. Los ruidos de la noche con grillos, aves y zorros, finalmente se impusieron y la belleza y tranquilidad del lugar elegido nos sirvió de fondo para el merecido descanso. Otro día luminoso había llegado a su fin.