jueves, 10 de enero de 2013

Cuatro días en San Luis y uno de yapa en Córdoba: Segundo día.


Fecha:25 de diciembre de 2012
Km Recorridos: 832 km
Duración: 5 días
Transporte: Nuestro Renault 12 modelo 92,
Integrantes: María Julia y Néstor
Equipo: Carpa, bolsa de dormir, colchón inflable, banquetas de playa, banquitos plásticos  cocina a gas, cartuchos de gas, heladera, iluminación LED, cámara Nikon p510, alimentos de todo tipo, 
Clima:Soleado los cinco días con algunas noches muy frías.


Segundo día

El segundo día nos despertamos a las 6 de la mañana y luego de desarmar el campamento, partimos sin desayunar hacia La Toma donde cargaríamos combustible y nos adentraríamos en los primeros caminos de tierra que habíamos "visto" por Google Earth y en la guía Firestone, que vale la pena recalcar, es muy precisa en cuanto a kilometrajes y acotaciones diversas. Solo encontramos que algunos tramos que figuran de tierra en realidad estan asfaltados o en construcción.


Saliendo de San Felipe
La distancia a recorrer era de unos 43 km y allí teníamos gnc y nafta. En una media hora estábamos en el pueblo, pero tardamos mucho en encontrar los servicios, ya que La Toma, de unos 8000 habitantes es una encrucijada de varios caminos y autovías de cierta importancia, por lo que nos desorientamos algo en pelno pueblo. Además por la hora no había gente en la calle, hasta que un amable señor nos puso en la senda correcta con sus indicaciones. La GNC estaba en las afueras del pueblo sobre la ruta que va de San Luis a Río Cuarto. Allí llegamos y nos encontramos con que en un pueblo de la magnitud de La Toma (es la quinta ciudad de la provincia) la GNC tenía un solo surtidor funcionando (en realidad había dos en la estación) y la cola era de unos 12 autos antes que nosotros. Para colmo de males, el despachante, con cada auto se iba a descansar a la oficinita y volvía lentamente cuando ya el tanque del auto se había llenado. Evidentemente otra forma de vivir, aún para nosotros que estamos en el medio de la sierra calamuchitana. Decidimos desayunar "con tutti", ya que estábamos con mucho frío, en el bar que había en el complejo de servicios, pero estaba cerrado. Recurrimos a nuestra cocinita, un buen café y las galletas marineras del mono, untadas con el dulce del leche casero.


En viaje hacia La Toma
Estación de GNC de La Toma: Cura anti stress. Cargar gas o morir en el intento

Antiguo puente sobre ruta prov 22

Casa en LA Toma
Una vez que desayunamos, tomamos por la ruta 10 hacia las cercanías del paraje PAso de Rey. El camino es en los primeros 3 km de asfalto, hasta el dique La Toma y luego se transforma en tirra consolidada de muy buena calidad, al menos en los primeros 18 km. La travesía en total es de unos 50 km, los últimos 32 por un camino comparable a las peores sendas que hemos transitado por Calamuchita: Pasto en algunos tramos, piedras sueltas en abundancia en otros y una buena cantidad de vados, aunque uno solo de cierta dificultad.


Pencas, como en Córodoba

Los cerros del Rosario

El camino de tierra en sus comienzos

Cada tanto, paisajes sombríos



y otros más desérticos

Los clásicos álamos chilenos
Lo notable, y el comentario vale para toda la región recorrida, es la poca cantidad de gente que se ve. Los 500 000 habitantes de la provincia deben estar muy bien repartidos, ya que puntos que figuran en los mapas, luego en la realidad son apenas un caserío. Además, y es otro punto a remarcar, el habitante de las sierras es mucho más oscuro que lo que se ve de promedio en Córdoba. Muy parecidos a las estampas y fotos que se pueden ver de los llamados "Indios Pampas", es decir con ojos más oblicuos y pómulos salientes. Por otra parte y esto es atribuible a la torpeza propia, es muy difícil entender lo que dicen. En un momento que estábamos con dudas sobre nuestra ubicación preguntamos a dos paisanos que se encontraban trabajando y la ayuda fue peor que la incertidumbre, ya que no entendíamos las explicaciones y nos daba vergüenza volver a preguntar... jaja.

Néstor investigando uno de los vados más complicados

Llegando a la sierra de San Luis hay más agua

Bajada brava
 En la medida que fuimos avanzando el camino se fue complicando y sin que nos diéramos cuenta andábamos por los 1600 metros de altitud. El auto una maravilla, solo un par de golpes con alguna piedra y respondiendo como el primer día.




Burros puntanos

Un tero desde el auto
Hermoso río llegando a Paso del Rey

Subida brava luego del río

Cascadita de una vertiente
Entrada a las ruinas jesuíticas

Una frase que pega y hace pensar en el presente

Paraje Paso de Rey




Vista General de la capilla

Arco de atrio

Arco
El altar y los nichos de los santos

Finalmente llegamos a Paso de Rey. El pueblo es una sola calle con algunas casitas más o menos antiguas y un predio particular donde se encuentra la capilla. Esta fue la parte más intensa del viaje, en cuanto a emociones. Ya d entrada, la frase de Nicolás Avellaneda nos pegó fuerte. Transpusimos el sencillo portón y a unos 20 metros se encontraba la antigua capilla, tal vez de 1690. Al acercarnos a los derruidos muros de adobes, la emoción tuvo un pico de intensidad y algunas lágrimas se escaparon. Pararse en el atrio, bajo el gastado dintel de algarrobo, tenía algo de mágico, nos superó, no lo esperábamos. Días después, ya en nesutra casa, surgió de parte de Néstor sobre el momento más intenso del viaje y sin dudarlo Julia, en el acto nombró a Paso del Rey.


Camino traicionero
Cartel ilustrativo
Calle de Paso del Rey



Fuera de la capilla, no hay mucho m{a que ver, ya que el pueblo es un par de cuadras con las casitas. All{i sin embargo casi  sufrimos, lo que pudo ser una grave rotura del auto, pero que sin embargo no pasó a mayores, por ventura divina o la pericia de Néstor que reaccionó a tiempo. Habíamos visto en el mapa, que el pueblo tenía entrada por el sur y por el norte. Nosotros habíamos ingresado por el sur, por un camino de tierra en perfectas condiciones. Sin pensarlo salimos por el norte, ya que en el ggoogle earth, se veía una hermosa arboleda. Pero en la realidad la arboleda, escondía una senda que de a poco se fue angostando. Nos dimos cuenta de que no estaba muy transitada, pero de pronto la senda se angostó dramáticamente y grandes pozos comenzaron a surgir. Ya era tarde para retroceder, ya que la bajada era bastante pronunciada y la marcha atrás del renol no se destaca por su fuerza. Decidimos seguir ,tal vez la lección del día era esa, luego de habernos bañado de espiritualidad en el predio de los jesuitas. La arboleda se fue acabando y los pozos agrandando y ahora con el sol de frente que impedía ver con claridad. Por fin vimos que a unos 200 metros y realizando una gran bajada en estado horrible estaba el asfalto. Colocando rueda a rueda fuimos descendiendo, hasta que a unos 50 m del asfalto los yuyos tapaban una gran zanja del lado derecho de unos 30 cm de profundidad y de unos 20 metros de largo y otra similar del otro lado. Con el sol en la cara era imposible verla y cuando Néstor la advirtió no había escapatoria. La rueda se mandó al fondo y el auto quedó literalmente colgado. SIn pensarlo, Néstor dobló la dirección hacia la derecha y la rueda con gran esfuerzo mordió el borde y el auto milagrosamente volvió a tener tracción. En unos pocos segundos estábamos sobre la cinta de asfalto y al auto, el 12 es hueso duro, no le pasó nada salvo un bollito en el piso (una piedra).  Moraleja: En Paso del Rey, entren y salgan por la entrada del sur!!!!! jajaja


Inmediatamente retomamos la ruta 10 de tierra hasta el cruce con la 9, asfaltada que nos llevaría hasta La CArolina, nuestro desitno por ese día. Eran 10 km de una ruta poco transitada con pasto en el medio de la huella

En una media hora completamos el tramo y ya sobre el asfalto, Néstor cedió el volante a Julia para que completara los 20 km de camino sinuoso y ascendente hasta la Carolina


Calle principal de La Carolina al medio día

Hostería  "La posta del Caminante"

Néstor viendo qué comer, atrás el antiguo lavadero de oro 

Al medio día llegamos a La Carolina (tenemos la duda del nombre si es con el artículo o sin él). El cansancio era grande, luego de arrancar tan temprano y habiendo pasado por tantas emociones. El embalse San Felipe y su hermosos atardecer parecía ya lejano. Pasamos por el pueblo hasta salir de él por la ruta que lleva a San Francisco. Dimos la vuelta y nos internamos por la calle principal. No se veían ríos o mejor dicho había dos pequeños arroyos que atravesaban el pueblo. Preguntamos en la municipalidad por algún lugar para acampar, pero la información que nos brindaron fue nula. Al entrar a la muni nos miraron con extrañeza y nuestra pregunta realizada en el mejor castellano que somos capaces, pareció hecha en un dialecto del norte de Schleswig o algo similar, por las caras que produjo en quienes estaban del otro lado del mostrador. Luego un albañil, nos dio mucha mejor información. No había camping ni río cerca y sí había un albergue municipal a una cuadra de donde estábamos. Luego de esperar a la empleada, averiguamos que los hombres y mujeres debían dormir en camas separadas. No nos convenció. Vimos otro cartel en un almacén y resultó que alquilaban piezas muy bonitas con el desayuno incluido a precios convenientes. Tomamos una de las habitaciones e inmediatamente nos abocamos a la tarea de ver donde comer algo, ya que era cerca de la 1 del medio día. Finalmente fuimos a una hermosa hostería toda de piedra, llamada "La Posta del Caminante" atendida por una hermosa familia oriunda de La Cumbre, Córdoba. Nos atendió la señora muy amablemente y nos contó algunos detalles de la historia y la vida del pueblo. Al ser vegetarianos, como siempre, la interesante carta se nos redujo a unas pocas opciones. Encargamos una pizza y de postre Néstor se mandó un tiramisú y Julia los más ricos damascos en almíbar que hayamos probado.
Volvimos a nuestra posada lamentando no haber visto antes la hostería. Dormimos una siesta reparadora y ya avanzada la tarde decidimos hacer una caminata por los alrededores del pueblo. El Tomolasta, el cerro más alto de la provincia, mide 2020 msnm y está a pocas cuadras del pueblo. De a poco y sin haberlo decidido, tomamos el rumbo del camino que lleva hacia la cumbre, pero habiendo recorrido un buen tramo, regresamos al pueblo. Las últimas luces del día ya se extinguían y pese al descanso, ambos estábamos bastante afectados.

Casas del pueblo




Antigua puerta











El Tomolasta de 2020 msnm




Afueras del pueblo












El pueblo, al atardecer, nos brindo generosamente, cálidas e intimistas posibilidades expresivas. Los colores se filtraban a través de los árboles y nuestra cámara captó fielmente lo que sentíamos. Mientras caminábamos con mucho cansancio ( Néstor no sabía si llevábamos dos o 30 días de vacaciones) concluimos que tanta belleza que nos entregaba el universo, era un regalo invaluable, que afortunadamente hoy podemos compartir con todos ustedes.








La noche y el frio de la altura comenzaban a notarse. Decidimos ir a la hostería, comer algo rápido y prepararse para el merecido descanso. Algo rápido en  nuestros códigos familiares, es comer una liebre, un conejo o un cheeta. Sin embargo (jajajaja) optamos por unos suculentos sandwiches tostados de un exquisito pan casero y un apetitoso queso.



Puente sobre uno de los arroyos




Néstor observando la decoración

Los tostados (para uno solo!!!!)

Desde la ventana del comedor

Un rato después, ya en plena noche, emprendimos el regreso al albergue. La oscuridad invitaba a la marcha lenta y contemplativa. 
Julia y Néstor recorrieron los metros que los separaba de su lugar de descanso abrazados y contemplando la luna que recién se elevaba del horizonte. Solo se detenían cada tanto para obtener una foto. El frío se hacía sentir y el aire de la charla se condensaba como en los días más rigurosos del invierno. Néstor besó a su amada bajo la tenue luz del farol, tratando de expresar todo lo que sentía. Los 27 años de amor, de profunda amistad, les permitían prescindir de las palabras. Llegaron a la puerta del albergue. Néstor, como tantas veces lo había hecho durante el recordado y lejano noviazgo, le abrió la puerta del jardincito, Julia pasó, le tendió la mano y juntos se introdujeron en un previsible futuro de felicidad y dicha. Otro día luminoso los esperaba...







Algunas fotos de naturaleza de Julia